Por mucho amor que exista en una relación de pareja, por muchos valores y objetivos que se compartan, las diferencias y los desacuerdos son inevitables. Pero una cosa es no estar de acuerdo y otra muy diferente es tener un conflicto abierto, con pelea incluida. Hoy vamos a intentar centrarnos en soluciones para evitar las peleas y resolver las diferencias.
Una aclaración inicial
Cuando hablo de evitar peleas no me refiero a hacer como si no pasara nada y evadir los temas conflictivos. Eso es lo peor que se puede hacer en una relación de pareja. Porque el sentimiento de agravio se va consolidando, y en algún momento explota, pudiendo provocar unas consecuencias mucho mayores que las que podrían haber ocurrido de haber mencionado la diferencia en el momento.
El término “evitar peleas” lo empleo para explicar que se puede tratar un conflicto de buenas formas, haciendo avanzar la relación.
Saber controlar el tono y las formas
Lo primero que tienes que interiorizar, es que enfadarse no sirve de nada. Si te enfadas, puedes provocar dos reacciones: rechazo o miedo. Con la primera, tu pareja no te hará caso, con la segunda, entrarás en una dinámica muy poco sana, donde uno se siente obligado a hacer cosas para que el otro no se irrite.
Piensa que se consigue mucho más con un tono calmado que gritando. Si sientes la ira crecer dentro de ti, procura apaciguarla, y haz todo lo posible por hablar con respeto. Evidentemente, no uses ni insultos ni insinuaciones inapropiadas que solo llevarían a enfadar a tu pareja. Todo eso solo provoca más pelea y no aporta una respuesta al problema.
Evitar las palabras absolutas
Un gran consejo es evitar las palabras absolutas, que tendemos a usar para reforzar nuestro argumento, pero que provocan rechazo en la otra persona. Por ejemplo, si dices “nunca ayudas en casa” no es lo mismo que decir “ayudas poco en casa”. Si dices “nunca”, la otra persona inmediatamente te va a sacar varios ejemplos de cuando hizo cosas, y la discusión se desviará del tema principal.
Ejemplo de palabras absolutas: siempre, nunca, nada, cada vez, totalmente, todo, completamente, etc…
- “Es que siempre haces lo mismo. Todo lo que te digo te da igual. Cada vez que te comento algo me ignoras totalmente”.
- “A veces, siento que no me haces mucho caso. Te hablo pero pareces no escuchar. Me siento como si me estuvieras ignorando.”
Son dos formas de decir exactamente lo mismo, pero la primera usa palabras absolutas, la otra es más realista, más medida, y normalmente, ayuda a iniciar un diálogo más productivo.
Explicar lo que te molesta y porque
Si vas a iniciar una conversación sobre algo que te molesta, es importante que hayas analizado primero los motivos. Porque si quieres que la otra persona lo entienda y tome medidas, vas a necesitar explicar lo que sientes, y las razones que te hacen sentir así. Es un ejercicio fundamental, porque ayuda a ser mucho más constructivos.
Buscar soluciones conjuntas
Cuando hay una discusión, tiene que haber una solución. Idealmente, se trata de buscar soluciones conjuntas. Porque no pienses que el otro tiene toda la culpa siempre. Por ejemplo, puede que haga algo que a ti te molesta, pero cambiar de comportamiento es muy complicado, especialmente si es un hábito. Por lo tanto, muchas veces no puedes exigirle a la otra persona que cambie completamente, sino que haga un esfuerzo para entenderte y evitar hacer lo que te molesta. Y tú tienes que valorar este esfuerzo, y procurar evitar molestarte.
Lo importante es que ambas partes estén satisfechas con la resolución del conflicto. Además, esos incidentes ayudan a fortalecer la relación, porque ayudan a cada uno a conocer mejor el otro, y a entenderse más. Tiene que ser un acuerdo, donde ambos hacen un esfuerzo. No puede ser una resolución unilateral.
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