¿Quién debe pagar la cuenta en una primera cita?

billetesEn el caso de pareja heterosexual, y a pesar de los avances de las últimas décadas en cuestiones de igualdad de género, todavía existen situaciones donde una gran parte de las personas asumen que se debe actuar de una forma o de otra dependiendo de si es mujer u hombre. Veamos el caso de la primera cita, y de las citas en general, para determinar quién debería pagar la cuenta.

El peso de la historia

Hoy en día, aun se llama caballerosidad al hecho de que un hombre tenga una serie de atenciones especiales con una mujer, sea un interés romántico o no, en algunas situaciones. Abrir la puerta, ayudar a cargar algo pesado, o en el caso que nos interesa, invitar en la primera cita. Y es que la caballerosidad ha sido históricamente una especie de compensación de los hombres hacia las mujeres, a cambio del dominio que ejercían los varones en la sociedad.

Se podría pensar que en la actualidad esas atenciones no deberían seguir existiendo, o al menos no depender ya del género, sino ser muestras de buena educación hacia los demás, sean hombres o mujeres, pero no es el caso.

¿Quién debe pagar?

La respuesta rápida a esa cuestión es la siguiente. Culturalmente, se espera que el hombre proponga pagar, pero al mismo tiempo, hoy en día el hombre espera que la mujer al menos proteste y plantee pagar sino la totalidad, al menos su parte. Y algún hombre pagará el total, otro aceptará de pagar a medias, mientras el caso raro será que la mujer pague la cuenta (salvo que el hombre haya pagado durante otra cita anterior).

  • Si el hombre propone pagar todo y la mujer se deja invitar sin más, ella está insinuando inconscientemente que su tiempo vale más que el del hombre, y cada vez son más los varones que se sienten incómodos con esa situación, y pierden el interés por la mujer por ese detalle.
  • Si el hombre propone pagar a medias, lo que en teoría debería ser una situación normal en una sociedad donde se busca la igualdad de género, en la práctica se arriesga a ser percibido como tacaño o a no mostrar interés por tener más citas con la mujer. A mí personalmente estas consideraciones me dan igual, por defecto suelo pagar la mitad, sin preocuparme de lo que piensan.
  • Si la mujer propone pagar a medias antes que el hombre haya dicho nada, suele ser la situación más fácil. Si el hombre tiene la costumbre de invitar, puede negarse a compartir e invitar. Si el hombre cree en la igualdad para este tipo de situaciones, aceptará la propuesta.
  • Si la mujer propone pagar la cuenta antes que el hombre haya dicho nada, pueden darse varios casos. El hombre no dice nada y acepta, entonces estamos en la misma situación que la primera que citamos, pero invirtiendo los papeles. El hombre puede también proponer pagar a medias o insistir para invitar.

pagar-cuenta-cita¿Qué harías con un amigo?

Quizás la mejor forma de responder a la pregunta “quien debe pagar en una primera cita?” es plantearte la misma situación, pero con un amigo en lugar de con una persona que te interesa sentimentalmente.

En la mayoría de los casos, cada uno pagaría su parte, sin que supusiera ninguna complicación. En ocasiones, tu amigo te invitaría a ti, o tú a él, simplemente porque te apeteciera tener un detalle con él.

¿Por qué entonces portarse diferente en una cita romántica? Si el objetivo es conseguir una pareja, la idea es tener una relación equilibrada, como una amistad pero más completa. Por lo tanto no tiene sentido desequilibrar la relación con costumbres heredadas de siglos de cultura machista.

Adaptarse a la situación

Obviamente, todo depende del precio de la cuenta y de las capacidades económicas de cada uno. Si una de las dos personas tiene unos ingresos importantes y decide invitar a la otra a un lugar lujoso, está bastante claro que sería injusto pagar a medias, sabiendo que para uno de los dos es un gasto excesivo.

Hay que saberse adaptar a la situación, y tener una comunicación fluida sobre el tema. El dinero solo es un medio como muchos otros. No tiene nada de malo proponer pagar a medias o confesar que un sitio es un poco caro.

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