Se usan a menudo las expresiones de perder peso y adelgazar como sinónimas, pero no son lo mismo. Reconozco que incluso yo las suelo usar indiscriminadamente, porque en la conciencia colectiva son dos conceptos tan parecidos que casi se confunde. Pero hoy voy a destacar la diferencia entre la pérdida de peso y el adelgazamiento, para incidir en las limitaciones y peligros de enfocar todo el esfuerzo en pesar menos.
Los riesgos de la deshidratación
Algunas dietas se enfocan en hacer perder líquidos al organismo. Como nuestros cuerpos se componen entre el 50 y el 70% de agua, es evidente que perder líquidos es una forma muy efectiva de perder peso. Pero también es la forma más estúpida y peligrosa de perder peso. Es estúpida, porque el objetivo de adelgazar se debería centrar en perder grasa, no agua. Y es peligrosísima, porque el agua es fundamental para estar en buena salud, como ya lo comentamos hace tiempo cuando preguntamos cuánta agua hay que beber al día.
El agua nos ayuda a regular la temperatura corporal, es fundamental en el proceso de respiración, en la digestión,y en el buen funcionamiento de los riñones. También permite eliminar toxinas, aumenta el gasto calórico y permite tener la piel en buena salud.
A cambio, un déficit de agua aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares (la sangre se hace más espesa) y renales (a nadie le apetece sufrir un cólico nefrítico). La deshidratación puede provocar también una bajada de tensión y problemas para regular el calor corporal. Además, la falta de agua se suele asociar con la fatiga.
Músculos vs grasa
A volumen igual, los músculos pesan más que la grasa. Eso tiene como implicación que si te pones a hacer deporte de forma regular, poco a poco vas tonificando tu cuerpo y aumentando tu masa muscular, mientras la cantidad de grasas en tu cuerpo va disminuyendo. Se puede llegar a la situación, en apariencia paradójica, de que pesas más pero al mismo tiempo tu cuerpo está más estilizado, más delgado.
Otro elemento importante que hay que citar es que cuando se hace una dieta muy restrictiva, con el objetivo de bajar de peso en poco tiempo, lo habitual es que el cuerpo vaya consumiendo la energía que necesita en los músculos. Esto provoca una bajada importante de peso, pero no es nada sana, ya que al debilitar los músculos, aumentas seriamente los riesgos de lesiones.
No te obsesiones con el peso
El motivo de este artículo es explicar que, a pesar de que el peso es un indicador del estado de salud de una persona, y uno de los factores que se toman en cuenta para valorar si hay sobrepeso o incluso obesidad, hay que manejar este dato con precaución.
No te obsesiones con el peso. Eso de subirse a la balanza todos los días no tiene sentido. Primero porque los cambios de un día a otro no son tan grandes. Si tu cuerpo está un poco deshidratado pesarás menos, por ejemplo, pero no significará que estés en mejor salud. Pesarse una vez al mes, o cada quince días, es suficiente para tener una idea de cómo vas evolucionando, siempre que estés consciente de que el peso no lo es todo. Rechaza las dietas milagrosas. Apuesta por controlar un poco mejor tu comida (pero comiendo sano y equilibrado) y hacer más ejercicio, y verás cómo tu cuerpo se va moldeando.
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