Como repartirse las tareas domésticas en la pareja

Son el motivo de muchas discusiones. Lo más habitual es que una de las personas tenga la sensación de hacer la mayoría de las tareas y reproche dos cosas a la otra: no reconocer su esfuerzo y no participar lo suficiente. Por eso vamos a ver algunas soluciones para minimizar los conflictos relacionados con las tareas domésticas.

Cada uno tiene unos criterios de orden y limpieza diferentes

Muy raras veces dos personas coinciden en sus criterios de limpieza y orden. Lo más habitual, es que haya una persona más cuidadosa en ese aspecto. Y normalmente, esa persona quiere que las cosas se hagan a su manera, lo que puede ocasionar conflictos.

A veces las diferencias son muy grandes, con una persona dejando su ropa esparcida por la casa, y ese tipo de cosas, mientras su pareja quiere tener las cosas arregladas en todo momento. En otras ocasiones, las dos personas tienen visiones y prácticas muy parecidas, pero los matices se magnifican. La persona más cuidadosa suele volverse más maniática, en reacción a lo que percibe como falta de orden por parte de la otra.

Para evitar conflictos hay que reconocer esas diferencias, y establecer un diálogo constructivo. En cuestiones de limpieza, no hay mucho debate: el desorden y la suciedad no son cosas aceptables. Sin embargo, hay que ser realistas también. Una cosa es mantener una casa limpia, ensuciar poco y tener las cosas ordenadas, y otra muy diferente es querer que la casa pueda aprobar la prueba del algodón en cualquier momento.

La persona menos ordenada tiene de entender que no vive sola, que sus acciones o su dejadez afectan la vida de su pareja, y comprometerse a esforzarse para mejorar la convivencia. La persona más ordenada tiene que ponerse en la situación de la otra, y ser paciente. Las costumbres no se cambian de un día para otro, por muchas buenas intenciones que haya.

Cuando una persona trabaja y la otra está en casa

Es un esquema bastante clásico. Una de las dos personas trabaja para obtener los ingresos de la familia, y la otra se queda en casa para ocuparse de las tareas domésticas y muchas veces también de los hijos.

Aunque en principio los roles están repartidos, esa situación puede producir algunas tensiones, si la persona que hace las tareas de casa siente que todo el peso de las labores domésticas recae en ella, mientras la pareja da por sentado que no tiene que hacer nada, y considera que cuando participa en las tareas está haciendo un favor.

Una buena solución es que la persona que trabaja se ocupe de una parte de las tareas diarias, y se involucre más los fines de semana y durante las vacaciones (en ambos casos, podría hacer el 50% de las tareas domésticas).

Cuando ambas personas trabajan (o ninguna)

Lo lógico es que las dos personas participen en las labores de casa de forma similar. Sin embargo, la imprenta cultural hace que todavía hoy en muchas familias, las tareas domésticas siguen recayendo más a las mujeres que a los hombres, tanto si se pregunta a ellas como a ellos. Pero aunque no haya visto datos segregados por edad, supongo que en las parejas más jóvenes las diferencias serán menores que en las de más edad, ya que los cambios culturales ocurren paulatinamente.

Lo cierto es que cuando ambas personas trabajan (o cuando ninguna de las dos lo hace), se deberían repartir las tareas del hogar de forma equilibrada. Puede que no exactamente al 50/50, porque puede que una persona esté fuera de casa más horas por trabajo, pero tampoco debería pasarse mucho más del 60/40.

¿Cómo repartirse las tareas?

El reflejo más inmediato es que cada uno haga lo que más le guste. Sin embargo ese reparto tiene un grave fallo: si las personas hacen siempre las mismas tareas, se acaban aburriendo y agobiando. No importa que te guste más cocinar o fregar los platos. Al final, si siempre te toca a ti, lo verás como una obligación y te acabarás hartando.

¿La solución? Muy sencilla. Solo tenéis que ir rotando. Un día cocina uno, el siguiente lo hace el otro. Una semana a uno le toca limpiar el baño, mientras el otro se encarga de barrer. También se reparten las coladas, la limpieza de cristales, etc.

Esa solución tiene varias ventajas:

  • Evita que te aburras haciendo siempre lo mismo.
  • Permite que ambas personas sepan hacer de todo. Así si tu pareja se va una semana o está enferma, ya sabrás como encargarte de todo.
  • Permite mejorar en cada tarea. Si ambos hacen las cosas, y aunque cada uno tenga su propia técnica y sus manías, también es muy probable que se transmitan “buenas prácticas” para hacer la tarea mejor y más rápido.

La rotación no tiene que ser al 50%, si hay algunas tareas que te gustan más, puedes negociar con tu pareja que te toquen con más frecuencia. Pero es importante que nadie haga siempre lo mismo.

Es recomendable usar el sistema rotativo incluso en el caso de que una persona se queda en casa mientras la otra trabaja fuera.

¿Qué te parece esa solución? ¿Tienes una mejor? Puedes compartir tu opinión en la sección de comentarios.

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