Cada vez intentamos tener hijos más tarde, y a veces las cosas se complican. Por eso me ha parecido interesante plantear las opciones que tienen las parejas cuando se encuentran con dificultades para concebir. Recurrir a la reproducción asistida, adoptar o simplemente renunciar a tener hijos son tres opciones muy válidas que voy a detallar a continuación.
Una maternidad cada vez más tardía
Cada vez se atrasa más la edad de tener el primer hijo en España. Si echamos un vistazo a las estadísticas del INE, podemos apreciar como en 1977, la edad media de las madres primerizas no llegaba a los 25 años (24,85 para ser exactos). 20 años después, en 1997, la cifra había subido a los 28 años y medio (28,7 concretamente). Y si nos vamos al dato más reciente de la serie histórica, 2017, nos encontramos con que la edad ha subido a casi 31 años (30,9).
Las causas son múltiples (inestabilidad laboral, estudios más largos, las parejas viven juntas más tarde, etc…) pero la realidad es que después de los 35 años, las posibilidades de embarazo se reducen rápidamente, tanto por la deterioración de los óvulos en la mujer como por la bajada de calidad de los espermatozoides en el hombre.
Por este motivo, cada vez son más las parejas que tienen dificultades para tener hijos. Lo que les lleva a plantearse alguna de las opciones que vamos a detallar a continuación.
Primera opción: la reproducción asistida
Lo cierto es que las técnicas de reproducción asistida tienen cada vez más adeptos. Hace unos meses, el INE publicaba que un 5,4% de las mujeres entre 18 y 55 años, y más aún un 8,8% de las mujeres entre 40 y 44 años se han sometido alguna vez a un tratamiento de reproducción asistida.
Hay varias técnicas posibles, como la inseminación artificial con semen de donante (una opción elegida por muchas mujeres solteras que quieren tener un hijo), la inseminación con semen de la pareja, o la fecundación in vitro. Para cada técnica puede haber procesos adicionales, como la extracción espermática o el screening genético preimplantacional.
La solución más adecuada para una pareja en concreto depende por supuesto del diagnóstico médico del origen de la dificultad para procrear, y a partir de allí se implementan las soluciones apropiadas.
Segunda opción: la adopción
Normalmente las parejas recurren a la adopción cuando no es posible tener un hijo por técnicas de reproducción. Pero también hay un número significativo de personas que lo hacen por elección, decidiendo que en lugar de traer a una nueva vida al mundo, pueden aportar amor y educación a un bebé o un niño que ya está aquí y que necesita ayuda.
Adoptar en España es un proceso complejo, por varios motivos:
- En primer lugar, hay mucha demanda y relativamente pocos bebés para adoptar.
- Además, la ley fija una serie de requisitos muy estrictos, para proteger los intereses del menor. Algunos son elementos objetivos, pero también hay muchos criterios subjetivos basados en las características psicológicas y económicas de la pareja candidata a la adopción.
- El plazo es muy largo, entre 4 y 8 años.
La otra posibilidad es la adopción internacional, que también tiene sus dificultades, porque a la ley española sobre adopciones hay que sumar la del país de origen. Sin embargo, por lo general los plazos son un poco más cortos.
Tercera opción: no tener hijos
Hace unos años, escribí un artículo en el blog sobre la gran decisión de pareja que representa tener hijos. Pero también existe la opción de no tener. Muchas personas eligen no tener descendencia, y es una elección perfectamente legítima. Al fin y al cabo, tanto cuando se decide tener hijos como cuando se opta por no tenerlos, quien toma la decisión es la pareja en función de sus deseos y su visión de futuro. Ambas decisiones son iguales de respetables o iguales de egoístas, según se mire. Ambas opciones tienen sus ventajas y sus inconvenientes, y sus consecuencias.
Personalmente, creo que la felicidad de una persona tiene que venir de ella misma, no depender de los demás. Por lo tanto, se puede ser perfectamente feliz sin hijos, de la misma manera que se puede ser muy feliz teniéndolos.
Para aquellos que desean tenerlos y no han podido ni naturalmente, ni con reproducción asistida, ni a través de la adopción, puede ser una realidad muy dura, pero la vida tiene tanto que ofrecer, que merece la pena pasar por el proceso de aceptación.
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