Si como a mí te molesta el marketing pseudocientífico, te recomiendo que aprendas más sobre los alimentos funcionales y la estrategia del asterisco. Una buena forma de empezar sería visitando el blog Scientia, que tiene unas entradas muy interesantes sobre el tema. Te voy a resumir algunos de los hechos más interesantes en la materia, que quizás te hagan reflexionar y cambiar tus hábitos de consumo.
¿Qué son los alimentos funcionales?
Son alimentos que contienen algunos elementos adicionales, con el objetivo de ayudar a mejorar nuestra salud, normalmente aportándonos nutrientes que faltan en nuestra dieta. Desde hace 15 o 20 años, han cogido mucho protagonismo en los productos alimentarios, hasta el punto de que a veces uno no sabe si está mirando yogures o la estantería de una farmacia.
Por eso, cada vez se escuchan más anuncios que hacen hincapié en las supuestas propiedades de tal alimento sobre nuestra salud.
¿Sirven para algo esos alimentos funcionales?
Si tienes una alimentación equilibrada y variada en principio no te deberían hacer falta consumir alimentos funcionales. Por lo tanto, salvo casos muy concretos (alergia o intolerancia), y asumiendo que algunos de esos productos funcionen, son redundantes si ya tienes una alimentación sana. Y si no la tienes, ¿qué crees que es mejor? ¿Hacer el esfuerzo de comer variado y equilibrado o coger el atajo de otros productos?
En cuanto a resultados científicamente demostrados, muy pocos alimentos funcionales pueden presumir que sus bacterias y otros ingredientes realmente sirven para algo. Es más, a veces pueden ser malos. Por ejemplo, se ha demostrado que ciertas bacterias añadidas podían mejorar la salud digestiva de algunas personas con problemas. Pero si una persona sana las consume regularmente, puede acabar alterando su flora intestinal.
Cuando te paras a pensar es lógico: si los alimentos funcionales son similares a medicamentos, no debe ser bueno que personas sanas los consuman regularmente.
¿Por qué tanto marketing entonces?
Simplemente, porque hasta hace muy poco, la normativa sobre alimentos era muy permisiva en este aspecto. Suele suceder, cuando aparecen nuevos modelos y estrategias, las leyes tardan en tomar cartas en el asunto. En concreto, aprovechando el vacío legal sobre los alimentos funcionales, sucedía algo parecido al sector cosmético, donde prácticamente todo vale, y las marcas podían asociar grandes beneficios a sus productos sin problemas legales.
(Mal) hecha la ley, hecha la trampa
Como las afirmaciones de las empresas eran exageradas, finalmente el Parlamento Europeo tomó cartas en el asunto y preparó un reglamento que entró en vigor hace muy pocos meses. Se obligaba a las empresas a demostrar científicamente los beneficios que anunciaban. Pero la ley se hizo mal y dejó una puerta abierta a la llamada estrategia del asterisco.
¿Cuál es la trampa? Simplemente que las marcas añaden a sus productos un componente cuyos beneficios ya están reconocidos científicamente, pasan la prueba de control, y siguen comercializando su producto. A ojos del consumidor, sigue siendo la bacteria tal o el producto cual el que tiene efectos positivos, pero en los envases y los anuncios aparece un asterisco, con letra pequeña, explicando que los beneficios del producto vienen del otro componente.
Y este otro componente, cuyas prestaciones están reconocidas, no es tan exótico como los nutrientes que la marca nos vende como la panacea. Se trata de vitaminas y minerales presentes en muchísimos alimentos de consumo habitual, y que son mucho más baratos que los alimentos funcionales.
¿Qué puedes hacer?
Como siempre, lo recomendable es el sentido común. Me sigue extrañando que todavía haya gente para creerse la “revolución tecnológica” de la última crema antiarrugas. ¡Por favor! Llevan 50 años anunciando tremendos avances tecnológicos. A esas alturas con solo ponernos un poco de crema deberíamos ya rejuvenecer y quedarnos para siempre con el aspecto que teníamos a los 18 años…
Para los alimentos funcionales, pasa lo mismo. El escepticismo tiene que ser la norma. Incluso cuando se menciona el apoyo de algún instituto científico hay que desconfiar. Por muy mal que haya sido diseñado, el reglamento europeo al menos sirve para algo: si te fijas en los envases de los productos podrás darte cuenta de la estrategia del asterisco. Y si una marca hace una trampa así: ¿vas a confiar en sus productos?
1 pensamiento en “Alimentos funcionales y la estrategia del asterisco”