Un sueño extendido, profundo y sin interrupciones es uno de los pilares básicos de nuestra salud y bienestar junto con una buena alimentación y el ejercicio diario para evitar hábitos sedentarios. Tener un sueño completo y de calidad es esencial no solo para los niños o los jóvenes, sino también para los adultos y por supuesto para las personas mayores.
Además de la comodidad y gusto que nos da meternos bajo una frazada, todos conocemos los efectos básicos de un buen descanso. El sueño permite que nuestro cuerpo y mente descansen y puedan reponerse después de un día duro. Con el paso de la noche, los músculos se relajan, nuestro sistema inmunológico se refuerza y nuestras capacidades cognitivas se reponen en su totalidad.
Los beneficios de una buena noche de descanso
También, más allá del cuerpo, es el cerebro quién se lleva gran parte de los beneficios de un sueño sano, ya que este le permite funcionar de manera óptima, mejorar nuestros reflejos, y hasta evitar enfermedades neurodegenerativas a futuro. A su vez, todos podemos diferenciar entre una mala y una buena noche de descanso, lo notamos en nuestro nivel de energía durante el día, nuestro humor y en cómo nos sentimos en general.
Los jóvenes de entre 13 y 21 años necesitan entre 8 y 10 horas de descanso para tener un día saludable y pleno, sobre todo si se trata de jóvenes que hacen deportes, o que son muy activos físicamente durante el día. Antes de esa edad, los niños todavía tienen que dormir más horas, concretamente entre 10 y 12. Por su parte, los adultos en su mayoría requieren estar bajo las sábanas por al menos un mínimo de siete u ocho horas de sueño por la noche para alcanzar un descanso reponedor.
Un sueño correcto, prolongado y profundo tiene unos beneficios neurológicos, como la mejora del uso de la creatividad, la memoria y las capacidades de aprendizaje, tanto para niños como para adultos. Por otro lado, una buena noche de sueño facilita un mayor rendimiento atlético y cognitivo, reduce malestares cada vez más comunes como la ansiedad y el estrés, y ayuda a fortalecer nuestro sistema inmunológico, ayudando así a tener una mucha mayor esperanza de vida.
Sin embargo, también existen varias consecuencias para aquellos con problemas de insomnio o para quienes no poseen un hábito de sueño sano.
Problemas causados por falta de sueño
Las dificultades para conciliar el sueño bajo su manta son mucho más comunes de lo que la gente cree. De acuerdo con datos de la Sociedad de Neurología, se estima que hasta el 15% de la población adulta del país sufre de insomnio crónico y que aproximadamente un 35% alguna vez lo ha sufrido a lo largo de su vida, ya sea por problemas de salud físicos como por motivos relacionados al estrés.
Teniendo esto en cuenta, tienes que conocer algunos de los efectos adversos que se producen ante la falta de sueño. Se trata de un espectro muy amplio de problemáticas que van desde un menor rendimiento en el día a día hasta los efectos a largo plazo que pueden producir en la vida de cada una de las personas. ¡Para prevenirlos, siempre es recomendable consultar con un médico de confianza para mejorar tus hábitos de sueño!
Entre los efectos negativos que se producen por la falta de sueño están los más obvios y comunes, como pueden ser una profunda fatiga, irritabilidad con otras personas, dificultades para concentrarse en el trabajo o los estudios, y cambios de humor drásticos a lo largo de la jornada. En pocas palabras, una mala noche puede determinar qué clase de día tendrás al despertar.
Mantener malos hábitos de sueño por muchos años puede afectar de forma mucho más severa a tu organismo y tus capacidades cognitivas. Puede provocar una caída de las funciones inmunológicas, el surgimiento de cardiopatías graves, y enfermedades como la diabetes o la hipertensión arterial debido a un aumento de peso excesivo, e incluso neuropatías como la demencia.
Hábitos importantes para dormir más y de mejor forma
Existen varios tips y consejos para adquirir mejores hábitos de sueño e incluso maneras de preparar nuestra cama a fin de tener una noche de descanso perfecta. El primero de ellos es bastante básico, pero muchos lo pasan por alto: definir un horario para dormir y despertar, incluso durante los días en los que no te sueles levantar temprano.
En segunda instancia, la manera en la que se presenta nuestra cama es esencial para invitar inconscientemente a nuestra mente a descansar. Esto puede hacerse mediante el uso de cobertores para cama atractivos, cálidos y esponjosos cuando llega el frío, almohadas de plumas y hasta calentadores eléctricos preparados para antes de dormir. Y, en épocas más cálidas, cambiar a edredones más finos y ajustar la temperatura de la habitación con un ventilador o el aire acondicionado.
Para muchas personas funciona buscar un hábito “pre-sueño”, es decir, preparar su cama con la frazada polar que más les gusta, o encender música relajante, como aquella que se utiliza para meditar. A fin de que esto surta efecto, es necesario evitar hacer ejercicio antes de la hora de dormir y de tomar bebidas con excitantes, además de evitar el consumo de alcohol.
Las mantas que escojas para tu cama deben ser cómodas y cálidas, pero no pesadas. No quieres que su peso impida que te muevas libremente durante la noche, ya que esto podría hacer que te despertaras.
Decora tu habitación
Un dormitorio ordenado y bonito invita mucho más al sueño que una habitación descuidada. Además, si escoges unos colores más neutros, te será más fácil estar en el estado mental apropiado para irte a dormir. De la misma manera, si escoges una luz cálida, es decir amarilla, crearás un ambiente más cómodo y favorable al sueño. Eso, por supuesto, sin contar con la elección de un colchón de buena calidad, además de disponer de almohadas mullidas y adaptadas a tu fisionomía.
Acostumbrarte a una rutina y a un horario de sueño es esencial para lograr un buen descanso, así como las varias maneras de mejorar la preparación de tu cama. ¡Un sueño sano implica una vida sana!