Últimamente se habla mucho de la intolerancia al gluten, una denominación equivocada para lo que es en realidad la enfermedad celiaca. Vamos a ver en este artículo como se diagnostica esta enfermedad, además de alertar sobre los peligros de una dieta sin gluten cuando no haya sido diagnosticado el problema.
¿Qué es la celiaquía?
Se trata de una enfermedad en la cual la ingesta de gluten provoca una reacción autoinmune creando una inflamación que daña la pared intestinal. Con el tiempo, la enfermedad destruye las vellosidades intestinales, y el organismo ya no puede absorber algunos nutrientes, provocando carencias a pesar de tener una alimentación normal.
En Europa, se estima que la incidencia en la población es alrededor de un 1%, con cerca de un 80% de los enfermos que lo desconocen. Esa cifra es a la vez muy notable y muy pequeña. Por ejemplo, las personas intolerantes a la lactosa son cerca de un 15% en España.
¿Cómo se diagnostica?
La celiaquía no es fácil de diagnosticar, precisamente porque es mucho menos frecuente que muchas otras enfermedades digestivas con las cuales comparte síntomas. Por ejemplo, el síndrome del intestino irritable, una intolerancia alimentaria o una enfermedad inflamatoria del intestino. Solamente tras descartar esas dolencias, que son más frecuentes como hemos dicho, el médico procederá a las pruebas para identificar un posible caso de celiaquía.
Primero se hace un examen de sangre, que permite detectar el nivel de ciertos anticuerpos característicos. Después se hace una biopsia del intestino delgado, para ver si las vellosidades están dañadas. Finalmente se establece un régimen sin gluten y tras un tiempo se miden los efectos.
No puedes autodiagnosticarte
Ya hemos alertado en este blog sobre los peligros de querer sustituir al médico y hacerse uno mismo el diagnostico. Con el gluten pasa lo mismo. Como últimamente se habla tanto del tema y que incluso algún deportista famoso ha contado que le ha ido mucho mejor desde que dejo de ingerir alimentos con gluten, muchas personas optan por este régimen sin haber sido correctamente diagnosticadas por un médico.
Dejar de ingerir gluten es una necesidad para los celiacos, pero también implica ciertos riesgos, que en el caso de los enfermos se entienden compensados, pero en caso de una persona que solo tiene una sospecha no confirmada, pueden ser muy dañinos. Además, paradójicamente, si se deja de ingerir gluten, no se puede hacer un correcto diagnóstico de si una persona es celiaca o no.
Lo primero de todo, si se tiene una sospecha, es ir al médico. El especialista descartará primero otras enfermedades (como ya comentamos antes) y solamente al final, si se justifica, hará una prueba de celiaquía. No hay que quemar etapas ni convencerse de que uno tiene esa enfermedad antes de tener pruebas.
Los peligros de una dieta sin gluten
Lo que seguramente piensa mucha gente, es que dejar de comer gluten no es problemático, incluso si no se está seguro de ser celiaco. Incluso algunos pensarán que dejar de comer pan será bueno para adelgazar. Se equivocan.
- Pese a que cada vez haya más alimentos sin gluten, es mucho más complicado conseguir una alimentación equilibrada sin gluten. Esto puede llevar a carencias en ciertos nutrientes.
- Comer pan no engorda. De hecho, los estudios demuestran que las personas que comen regularmente pan de media son más delgadas que las que no lo comen nunca.
- Los cereales que llevan gluten, y el pan resultantes contienen más proteínas que sus alternativas, pero sobre todo contienen más fibra. Sabiendo que por lo general hay un déficit de fibra en la alimentación de la mayoría de las personas, dejar de consumir alimentos con gluten cuando no es necesario puede implicar reducir muy significativamente el consumo de fibras.
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