Muchas de las personas que llevan tiempo solteras suelen pensar que tienen mala fortuna en el juego amoroso. No sé cuantas veces he podido escuchar la frase “tengo mala suerte en el amor”, o una de sus variantes. Pero, ¿De verdad el destino se está portando mal contigo? ¿No crees que podría ser que eres demasiado exigente? Y, si es así, ¿Por qué crees que lo eres? Y, si no eres exigente y aún así tus relaciones terminan, ¿No será que hay alguna cosa que haces mal y podrías cambiar? Vamos a sumergirnos en este apasionante tema.
Las mil versiones de la frase “tengo mala suerte en el amor”
Si prestas atención verás que muchas personas solteras lo dicen de una forma u otra. Veamos si alguna vez has escuchado lo siguiente:
- No sé qué pasa, parece que tengo un imán para l@s tarad@s. Siempre pasa igual. Al principio todo bien, pero luego empiezan a portarse fatal.
- A mi edad, ya no queda nadie válido. Parece que todos los perfiles buenos tienen pareja, y solo quedan las personas que no quiso nadie.
- He tenido no sé cuantas citas, y nunca coincidimos. La mitad de las veces la otra persona no me gusta, y la otra mitad no gusto yo.
- Parece que tuviera una maldición, ninguna relación me dura más de unas semanas.
Ves, aunque no digan específicamente “tengo mala suerte en el amor”, está implícito en muchas de esas afirmaciones. ¿Has pronunciado alguna vez una de esas frases? Es algo muy humano. Pero, ¿De verdad es cuestión de suerte?
En el mundo real al que pertenece el amor, no existe la suerte, solo probabilidades
Una mini lección de probabilidades
Cuando lanzas un dado, tienes una posibilidad entre seis de sacar un número en concreto. Si quieres sacar un cinco, lanzas el dado una sola vez y aciertas, podrás llamarlo suerte, pero en realidad tenías casi un 17% de probabilidades de lograrlo. Era una posibilidad alta. Aunque, claro está, tenías un 83% de probabilidades de no obtener el cinco.
¿Cuál es la probabilidad de no sacar nunca el cinco si haces diez tiradas seguidas? Si fuera no sacar el cinco en dos tiradas sería 83% x 83% = 69%. Para diez tiradas, el resultado es un 16%. Es decir, sigue siendo algo bastante probable, pero tienes un 84% de posibilidades de sacar el cinco al menos una vez.
Si nos vamos a veinte tiradas seguidas, la probabilidad de no conseguir un cinco baja a 2,6%. Si haces cincuenta tiradas, es de apenas un 0,01%.
¿Por qué te hablo de tiradas de dados?
Vamos a suponer que encontrar a una persona compatible es como tirar un dado. Estoy diciendo que, tras preseleccionar a tu cita con criterios físicos, de personalidad, de edad, y demás, hay una posibilidad entre seis que seáis compatible. No vamos a discutir ahora si esa cifra es correcta, es solo un ejemplo.
Aplicando esa lógica, la posibilidad de encontrar alguien compatible en la primera cita es del 17%, y la probabilidad de no encontrar a nadie compatible tras diez citas es del 16%. En ambos casos, son eventos plausibles, aunque menos probables que la alternativa.
Ahora bien, lo que no es nada probable es que, tras veinte citas, no hayas encontrado a nadie compatible. Y menos aun tras cincuenta citas. Sería teóricamente posible que tuvieras muy mala suerte, pero el simple razonamiento lógico indica que debe haber otro factor. El dado está trucado de alguna manera.
Nos aferramos a la suerte para eliminar nuestra responsabilidad
Es un sentimiento muy humano. Cuando nos pasa algo malo, lo achacamos a la mala suerte. Y puede que haya sido cierto. Pero, como hemos visto antes, si las cosas nos salen mal una y otra vez, no importa si hablamos de amor o de otro tema, lo más probable ya no es la suerte, sino que estemos haciendo algo mal.
A veces, la responsabilidad no es totalmente nuestra, pero tampoco se trata de suerte. Por ejemplo, está documentado que los psicópatas son capaces de detectar las personas más débiles para luego aprovecharse de ellas. Sin entrar en esos extremos, las personas con una personalidad más servicial suelen ser apreciadas por aquellas que disfrutan cuando las atienden.
Pero, incluso en esos casos, en los cuáles algunos comportamientos o personalidades atraen a parejas que no van a resultar sanas, cada persona sigue siendo responsable de quien elige para salir. No se trata de suerte, sino de una elección.
El caso más evidente es cuando tienes muchas citas, o vas a muchos eventos con solter@s de tu rango de edad, y no encuentras a nadie que te guste. ¿Tienes mala suerte? Improbable. ¿Eres muy exigente? Quizás, pero de eso hablaremos después. No, lo más probable es simplemente que haces algo mal. O usas criterios de selección equivocados, o provocas rechazo por tu forma de actuar.
No tengo mala suerte en el amor, hago algo mal
Esa es la primera idea con la que me gustaría que te quedaras. No es un problema de suerte, o que tú no seas una persona que pueda encontrar el amor. Es mucho más sencillo que eso. Estás haciendo algo mal. Reconocerlo es el primer paso para luego identificar el problema y resolverlo. No es fácil, pero al menos no estarás dejando todo en manos de la suerte.
Si no tengo mala suerte en el amor, ¿Qué me pasa?
1.a Soy demasiad@exigente
¿Ninguna de las citas a las que acudes te convencen? ¿Dejas tú la relación después de poco tiempo porque la persona no te acaba de gustar? No usas la excusa de “no tengo suerte en el amor”, pero repites una y otra vez: “es que soy especialit@, soy muy exigente, no me conformo con cualquiera”. Incluso puede que añadas: “a mi edad, no estoy para tonterías, no voy a perder el tiempo, y de momento, estoy bien sol@”.
El argumento de ser demasiado exigente es uno de los más frecuentes entre los solteros. Entiéndeme bien, tiene sentido tener algunos criterios, no vas a conformarte con la primera persona con quien te cruces. Pero la exigencia de la que hablamos desafía las probabilidades que citamos antes. Es una exigencia excesiva, que probablemente descarta a parejas más que aceptables.
¿Por qué lo hace?
1.b Motivos para ser demasiado exigentes
- No querer realmente encontrar a una pareja. Piénsalo, sabes que nadie es perfecto, y sin embargo vas buscando a una persona que cumpla todos los ítems de tu lista de deseos, consciente o inconscientemente. Eso es como querer hacerte rico jugando a la lotería. No va a suceder. No es el camino. En el fondo, no quieres realmente encontrar a alguien.
- La falta de autoestima. Un mecanismo psicológico interesante. Buscas a alguien perfecto porque te costaría asumir sus defectos como te cuesta asumir los tuyos propios. En otras palabras, te importa demasiado la opinión de los demás, y buscas una reafirmación positiva con una pareja perfecta.
- No saber realmente lo que quieres. Algunas personas ponen unos criterios de selección usando la lógica, pero no coincide con lo que realmente sienten. Eso lleva a que queden con personas que, en teoría deberían parecerles atractivas, pero no lo son.
2. Siempre elijo a personas que no me convienen
Eso parece la situación opuesta a la anterior. En lugar de ser exigente, la persona escoge a alguien que no le conviene. Los motivos pueden ser múltiples:
- Buscar inconscientemente a una persona que se parece a la pareja anterior. Si la relación previa no era sana, la nueva posiblemente tampoco lo será.
- Ser demasiado complaciente con la otra persona, dejando que imponga su forma de ver las cosas y renunciando poco a poco a la personalidad propia.
- Querer colmar un vacío con cualquier persona que esté dispuesta, es decir no tener ningún filtro a la hora de tener pareja.
En muchas de esas situaciones, también existe una falta de autoestima. Una persona que no se valora a si mismo lo suficiente podría aceptar más fácilmente parejas que no son nada compatibles.
3. Me acaban dejando siempre
A veces, crees haber encontrado una pareja compatible, las cosas marchan bien, pero al poco tiempo la otra persona te dice que la cosa no funciona y te deja. Si descartamos la mala suerte, puede haber muchas explicaciones.
- Haber elegido mal. No olvides que la otra persona también se puede equivocar.
- Esforzarte mucho al principio de la relación y luego ya nada. Si no eres realmente la persona que le gustó a tu pareja, tarde o temprano se dará cuenta.
- Ser muy dependiente o, al contrario, querer controlar demasiado las cosas. En esa categoría podemos añadir los celos y la intensidad en general.
- Quizás haya un defecto tuyo que al principio tu pareja no consideró como algo grave, pero que con el tiempo se convierte en un problema.
- No comunicáis lo suficiente y se acumulan los pequeños problemas, causando un gran distanciamiento.
Analiza la causa del fracaso de tus relaciones
No te quedes en el “tengo mala suerte en el amor”, reflexiona sobre lo que no ha ido bien. No importa si fuiste tú quien decidió partir caminos o si fue tu pareja. Busca respuestas, para intentar no repetir los mismos errores. Si te acaban dejando siempre, por ejemplo, deberías preguntar a tu pareja por qué motivo te deja. Es complicado que te responda honestamente, sobre todo si no quiere herir tus sentimientos. Pero igualmente es una información que te puede servir.
No hay una respuesta única. Pero, si de verdad quieres tener una relación de pareja, es importante que entiendas qué hiciste mal en las anteriores. No se trata de buscar culpables, sino de identificar puntos de mejora. Con esa información, podrás elegir a una pareja más compatible contigo, y, posiblemente, mejorar tus formas de actuar para dar más opciones al amor duradero.
Espero que esas reflexiones te ayuden a dejar de pensar “tengo mala suerte en el amor” y te permitan encontrar a esa persona especial.