¿Qué es el bisfenol A y qué riesgos tiene?

bisfenol a riesgos bpaÚltimamente existe una preocupación creciente en la población respecto a un producto presente en muchos plásticos y llamado Bisfenol A (BPA). Hace unos años, la Comisión Europa prohibió su uso en biberones en aplicación del principio de precaución, y lo mismo ocurrió hace poco en España con la prohibición del producto en los envases alimentarios. Veamos qué es el bisfenol A y por qué se han hecho esas prohibiciones.

¿Qué es el BPA o bisfenol A?

Según la Wikipedia, el Bisfenol A es un bloque monómero disfuncional contenido en muchos plásticos y aditivos plásticos. Se trata de un compuesto orgánico con dos grupos funcionales fenol.

Se usa en muchos plásticos alimentarios, como por ejemplo las botellas de plástico o el revestimiento interno de las latas de conserva, entre otros usos como algunos juguetes de plástico. La preocupación principal viene de la utilización alimentaria, ya que el contacto entre el plástico y la comida hace que se liberen algunas moléculas de BPA y sean absorbidas por el cuerpo.

Los riesgos para la salud

La principal preocupación del uso del Bisfenol A viene asociada con la posible interacción de esa sustancia con los sistemas hormonales del cuerpo humano (disruptores endocrinos). Algunas pruebas efectuadas en roedores han mostrado efectos hormonales negativos, pero esos estudios originalmente se han criticado por no ser transponibles a los humanos (los roedores tienen un sistema hormonal más sensible). Otros estudios mostraban una correlación entre la presencia de BPA en la orina asociada al consumo de sopa en lata y una calidad del semen inferior a la media. También se han identificado problemas en el comportamiento de las personas que durante la niñez ingirieron cantidades altas de BPA. Y se asocia el químico con problemas inmunológicos, en particular la inflamación pulmonar alérgica.

Por eso, desde los organismos públicos, como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y sobre todo, desde la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), se ha trabajado para analizar la situación, y evaluar cuál era la ingesta diaria tolerable sin riesgo.  En 2015, se redujo notablemente la IDT desde los 0,05 gramos diarios hasta los 4 microgramos diarios, y en estos momentos se está acabando un proceso de estudio que posiblemente lleve a reducir aun más esa cantidad recomendada. De todos modos, en España se optó ya en 2022 por la prohibición del químico en los envases alimentarios, a partir de 2023.

¿Es buena idea prohibir el uso alimentario del BPA?

Hace unos años, en versiones anteriores de este artículo, expresaba la opinión de que había que seguir un criterio científico al respecto. Hace algunos años la EFSA no encontraba motivos para pensar que el BPA pudiera representar un riesgo sanitario si se consumía por debajo de la IDT de entonces. Y, a medida que salieron más estudios que relacionaban el consumo de bisfenol A con problemas de salud, el criterio de la Agencia cambió.

¿Y qué hay del principio de prudencia? ¿No debería la EFSA haber prohibido el BPA como precaución, mientras se hacían más estudios al respecto? En teoría, una prohibición preventiva parece una solución razonable. Pero, en la práctica, supone varios problemas.

  • El primero es que no siempre es fácil encontrar un producto sustituto, y que esa sustancia no represente un peligro para la salud.
  • Luego, una prohibición de este tipo puede implicar un impacto enorme para el sector y el empleo, no solo es un riesgo sanitario, también económico.
  • Tercero, si se prohibiese automáticamente cualquier químico que este bajo la mínima sospecha, la innovación podría verse muy perjudicada. Porque muchas veces, los miedos no están fundados.

Pese al inconveniente de tener que esperar a los resultados definitivos, la metodología de la agencia me parece adecuada. La EFSA ha sacado muchas normativas para proteger la salud de los ciudadanos, a menudo en contra de los intereses de las grandes empresas. Eso sí, a veces las compañías encuentran estrategias como la del asterisco, que dejan la normativa en nada.

No hay que tener miedo a los químicos

Creo que es importante destacar que la mayoría de los elementos no son malos en sí. Todo depende de la cantidad ingerida. Incluso un exceso de agua es malo. Recuerdo cuando José Manuel López mencionó en una de sus conferencias el caso de un elemento supuestamente cancerígeno en la Coca Cola. Para que representase un peligro para la salud hubiera sido necesario beber 60.000 litros de gaseosa al día.

No olvidemos que los químicos también salvan muchas vidas. Cuando no existían los conservantes, era tremendo el número de personas que enfermaban, y a menudo morían, por consumir comida averiada. Y no hablemos de los medicamentos.

Lo comento, porque hay una tendencia en la sociedad en asociar lo “natural” con algo bueno. Si lo que da la naturaleza fuera siempre tan bueno, ¿por qué tenemos antibióticos y vacunas? ¿Por qué usamos casas bien abrigadas y ropa cómoda? Los químicos no son buenos o malos de por sí. Tienen un uso, con sus riesgos y beneficios. Si, en algún momento, se detecta que un producto tiene más peligro que ventaja, se descarta, como parece que está ocurriendo ahora con el bisfenol A.
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